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Buenos Aires

La feria de San Telmo

La feria de San Telmo Publicado el 31 de julio de 2004 en "Las Publicaciones de Crazyman"

Este barrio uno de los mas típicos de Buenos Aires, fue habitado por familias aristocráticas hasta la epidemia de la fiebre amarilla, en 1871. Como había nacido alrededor del puerto primitivo que tuvo la ciudad, San Telmo no tardó en verse invadido por la ola inmigratoria del siglo XIX, con la cual comenzó a cambiar notablemente la fisonomía de sus calles. Las grandes casonas de las clases acomodadas se convirtieron en "conventillos", lugar de albergue para numerosas familias que las habían ocupado y que vivían hacinadas en su interior. Estos inmigrantes, en su mayoría dedicados a la artesanía y al comercio, le fueron imprimiendo sus costumbres al lugar, que desde entonces se caracterizo por sus ferias callejeras y su movimiento mercantilista.
A partir de 1970, San Telmo empezó a ser revalorizado.
Las viejas construcciones fueron refaccionadas y, muchos de los edificios, con más de 100 años de antigüedad, declarados Patrimonio Histórico de la Ciudad. Actualmente es un barrio donde hay un amplio despliegue cultural, como escuelas de arte, cine y televisión así como muchos negocios de antigüedades y una feria que se desarrolla durante el fin de semana donde el visitante puede adquirir hermosas antigüedades, desde un disco de pasta hasta el mobiliario completo para una casa. También el fin de semana se despliegan shows de tango gratuitos donde el turista puede ponerse en contacto con la música típica de Buenos Aires. Hay hacia San Telmo numerosas líneas de colectivos desde diversos puntos de la ciudad.

Si te gustan las antigüedades y un domingo cualquiera andás por la hermana república, acercate al subte, buscá la línea C, bajate en la Estación San Juan, y caminá por una callecita de Buenos Aires de esas que tienen un no se qué, hasta una placita encantadora y preparate a desembolsar dólares y más dólares.
Bueno, esta es la historia de los padecimientos que hube de sufrir cuando me llevaron a la Feria de San Telmo.
Por causa de un seminario de conservación de textiles, que es a lo que me dedico profesionalmente, aparte de escribir gentilmente para El Ático, tuve que pasar una semana entera en el húmedo Buenos Aires. Apenas llegada un sábado por la tarde y sorprendida por el aire limpio de una ciudad que no tiene la desgracia de estar encerrada entre cerros, me comunicaron el panorama de la mañana siguiente: San Telmo.
Allá enfilamos 10 chilenos que habíamos cruzado la cordillera tras los conocimientos de cómo lograr que los añejos textiles de nuestros tatarabuelos nos acompañen aún hasta nuestros días.
Con una de nuestras colegas argentinas como guía nos sumergimos en el "subte" (metro para nosotros) hasta la estación San Juan de la línea C. Allí enfilamos por la calle Humberto 1º hasta la Plaza Dorrego. En realidad la feria empieza un cuadra antes.

El Jardín Botánico de Buenos Aires

El Jardín Botánico de Buenos Aires Publicado el 22 de julio de 2004 en Las Publicaciones de Crazyman

Diseñado por el arquitecto Paisajista Carlos Thays, se inician en 1892 las labores de trazado del Jardín Botánico de aclimatación que culminan el 7 de septiembre de 1898 con su inauguración. Actualmente ocupa una superficie de 79.772 metros cuadrados y alberga una 5500 especies arbustivas, arbóreas y herbáceas distribuidas por lugar, origen, familia y utilización; jardines de estilo, cinco invernaderos. A la muerte de Carlos Thays en 1937, el Jardín tomó su nombre.Los paseos y excursiones que denotan el fuerte espíritu cosmopolita de la ciudad son Caminito, Recoleta, la Boca, la Feria de Mataderos, el Jardín Botánico, el Zoológico, el Jardín Japonés y Tierra Santa, siendo el primer parque temático religioso del mundo.

Ya en 1881 se había resuelto construir un Jardín Botánico en la ciudad. El proyecto, elaborado en 1892 por el arquitecto paisajista de origen francés, Carlos Thays, entonces Director de Paseos de Buenos Aires, fue aprobado por el Intendente Francisco Bollini. Ubicado sobre un terreno de 77.649 m2 (que después se amplió a 87.000 m2), el Jardín Botánico fue inaugurado el 7 de septiembre de 1908. La idea de Thays fue que el trazado mismo constituyera un elemento de instrucción. Así, se representaron en él tres estilos: el simétrico, de inspiración francesa (la planicie sobre la Avenida Santa Fe), el paisajista, de inspiración inglesa (las barrancas sobre la Avenida Las Heras) y el mixto (el área central). El sector más importante del parque está dedicado especialmente a la flora argentina, con especies características de cada provincia. Completan el conjunto las secciones dedicadas a Europa, Asia, Africa, Norteamérica y Oceanía.

Además, se reprodujeron en escala reducida secciones "retrospectivas", como el Jardín Romano, con las especies que Plinio el Joven había hecho plantar en su villa al pie de los Apeninos, y el Jardín Francés, cuyo motivo del estanque con estatua es réplica de una de las creaciones de Le Notre.El gran Invernáculo, con estructura de hierro y vidrio, fue premiado en la Exposición Internacional de París, en 1889. Dentro del parque funcionan la Escuela de Jardinería "Cristóbal Hicken", el Museo Botánico, una biblioteca especializada y la Dirección de Paseos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que desde 1897 ocupa el edificio proyectado por el ingeniero Jordán Wysocky, con sus cuatro torres octogonales en las esquinas y fachadas de ladrillo a la vista.

El Botánico cuenta además con un patrimonio escultórico de destacados artistas nacionales (Lucio Correa Morales, Alberto Lagos, Leguizamón Pondal) y extranjeros (Agustín Querol y Leone Tomassi, entre otros).

El Zoologico de Buenos Aires

El Zoologico de Buenos Aires Publicado el 9 de julio de 2004
Todo Buenos Aires tomó partido, allá por 1882, por una u otra posición: Crear o no en San Benito de Palermo, en esas épocas alejado unos 5 km. del centro, un parque digno de la Ciudad.

En 1883, Carlos Pellegrini, quien años más tarde sería Presidente de la Nación, le escribía desde Europa al Intendente de Buenos Aires: “No hay ninguna Ciudad de mediana importancia que no tenga un Zoológico, que es el punto favorito de reunión de las multitudes”.

Finalmente, el 30 de octubre de 1888, por Ordenanza Municipal, nace el Zoológico de Buenos Aires, separado del Parque 3 de Febrero.

Él construye la casi totalidad de los recintos y lo hace con el concepto de esa época, basado en que el Zoológico era un paseo para la gente, destinando grandes extensiones de parque para ellos y poco espacio para los animales, razón por la cual los recintos son de tipo carcelarios.

Por otro lado, sostenía que los edificios donde eran exhibidos los animales, debían responder arquitectónicamente al país de origen de los mismos. La gran belleza de los edificios es lo que ha hecho que sean declarados “Monumentos Históricos”. En 1904 y durante dos décadas, hablar de Clemente Onelli, 2º Director del Zoológico, era en la Ciudad de Buenos Aires, hablar del prestigioso Zoológico Municipal. Un pintoresco italiano que unía su condición de sabio naturalista con una gran dosis de simpatía, no sólo le dio la jerarquía científica a dicho paseo, sino que lo popularizó al máximo imprimiéndole un sentido eminentemente didáctico, a través de carteles indicadores y confección de guías. Él implementó paseos en Elefante, en Camello, en Ponys; haciendo que los visitantes aumentaran diez veces en número en el primer año de su gestión. De 1 500 personas en 1903 visitaron el Zoológico 15 000 a fines de 1904.

A partir de él, se sucedieron unos a otros los directores políticos, amigos del Intendente de turno y con ellos, el deterioro progresivo del Zoológico, hasta convertirse a principios de la década del 90 en un Zoológico que había dejado de cumplir su función.
Incluido en un proyecto general de privatizaciones, impulsado por el Gobierno, pasó a manos privadas en 1991.Formado en la Universidad de Roma, nunca pudo despojarse de la idea de grandeza del Imperio Romano y a él se le deben los edificios y monumentos románicos que se ven en el parque. Murió en 1924 y lo sucedió el tercer Director de prestigio, Don Adolfo Holmberg, sobrino del primer Director, quien estuvo al frente de la Institución hasta 1944.

A partir de allí, comienza la remodelación del mismo, con un cambio sustancial de concepto: “Eliminar las rejas y convertir las Jaulas en ambientes sustitutos”.

Plaza de Mayo

Plaza de Mayo Publicado el 2 de julio.

¿Saben una cosa? Yo ahora me llamo Plaza de Mayo. Plaza es mi nombre y de Mayo mi apellido. Pero no siempre me llamé así. Porque yo he cambiado bastante y también he cambiado de nombres.

Escuchen. Hace mucho, mucho tiempo, cuando un señor que se llamaba Juan de Garay, y que era vizcaíno, de Vizcaya, llegó por tierra a estos lugares, con hombres, caballos y muchas cosas, dijo que iba a fundar una ciudad y que la ciudad tenía que tener una plaza. Era un caballero, Garay, cómo no iba a tener una plaza la ciudad. Entonces fundó Buenos Aires por segunda vez y me fundó a mí. Sí. A mí. Fundarme quiere decir que Garay buscó un lugar, este lugar, y dijo:

- Aquí vamos a hacer una plaza.

Y marcó los limites, y bueno, aparecía yo. Mucho no me acuerdo porque era muy chiquita. Empiezo a acordarme desde más o menos 1650. ¿Saben cómo me llamaba entonces? Me da un poco de risa porque yo era chica, pero me llamaba... Plaza Mayor. Plaza era el nombre y Mayor el apellido. Y un día ...estaba medio dormida al solcito, cuando, de repente, un ruido raro que se acercaba cada vez más me despabiló.

- ¿Qué pasa? -le pregunté al señor Fuerte - (no tenía nombre y apellido, se llamaba así), que estaba ahí parado, solo, cerca del río, el río de la Plata. Pero el señor Fuerte no podía darse vuelta, y el ruido venía de detrás de él, así que me contestó:

- No sé... viene del lado del río...

Entonces yo, que estaba estiradita al sol -para variar- casi me levanté, y miré, y vi, por un lado, el río, furioso, todo encrespado.... ¡Qué miedo! Parecía un león, muchos leones juntos dispuestos a saltar encima de nosotros... y por el otro lado había mucha gente que rezaba y le pedía a Dios que el río se volviera a su cauce, que no se enfureciera más, que no inundara la ciudad. Bueno, al final todo pasó, y el río se quedó tranquilo y sólo dejó agua para los aguateros y para que yo me mirara de vez en cuando, como en un espejo... era bastante fea. Me da un poco de vergüenza decirlo. No era linda como ahora... Era bastante pelada. Tenla alrededor pocas casas, con sombreritos viejos de paja. Los techos son los sombreritos de las casas. Y a veces no se me veía de la tierra que se levantaba. Después siguieron pasando los años y una mañana ¡qué sorpresa! me despierto, miro para el lado del río, y veo un edificio hermoso, que estaba allí plantado, creo que fue más o menos por 1718. Era el nuevo Fuerte y se llamaba Real Fortaleza. Fortaleza era el nombre y Real el apellido. Sólo que el nuevo Fuerte era caprichoso y se puso el nombre al revés. Sigo contando... cada vez había más casas y un día, más o menos a mediados del siglo, me despierta un barullo tremendo. ¡Pero barullo de alegría! ¡Salvas, cañonazos! - ¿Qué pasa? -pregunto yo. Y la Real Fortaleza, medio enojada, me dice: -¿Pero no te acuerdas que hoy es San Martín (de Tours), patrono de la ciudad? ¡Y hay corridas de toros!

Entonces había corridas de toros. Después no hubo más, no sé qué pasó. Sigo contando. ¡Y veo que también hay una catedral con dos torres y un nuevo Cabildo! Podría contarles mil cosas: las invasiones inglesas. ¡Qué miedo!, pero cómo les ganamos a los ingleses. ¡Y el 25 de Mayo! ¡Qué alegría!

¡Yo vi el Cabildo Abierto! ¡Abierto de veras! Yo entonces me llamaba Plaza de la Victoria y a partir de ese día pasé a llamarme como hoy, Plaza de Mayo.

Después... siguió pasando el tiempo, y yo, modestia aparte, estaba cada vez más linda. Y un día siento una alegría muy grande, me crece en pleno corazón, blanca y fina, como una oración que sube al cielo, una oración llenita de recuerdos, la Pirámide de Mayo. Justo donde está mi corazón de Plaza, mi corazón lleno de voces de chicos y vuelos de palomas. Y claro, más tarde, por suerte, tiran abajo la fea recova que me atraviesa y delante de mí abren y tienden la alfombra gris de la Avenida de Mayo que me comunica con el resto de la ciudad. Sí... una parienta mía, pero yo soy más importante. Con 1900 el nuevo siglo habla llegado y yo me propuse descansar de tantas fatigas... y ya me ven, aquí estoy...

La vieja Plaza sonríe y saluda con sus palomas y con las campanas que le presta la Catedral